sábado, 20 de octubre de 2012

Qué sé yo

(ante todo, una aclaración: el título “Qué se yo” es una reducción a tres palabras de “las cosas que yo sé”, o “las cosas que he aprendido hasta ahora”; no es una forma despectiva de decir “no entiendo nada” o “no me interesa”)


Hoy al despertarme, me pregunté qué pasaría si el día de mañana dejara mi existencia terrenal. Sería una lástima que todo lo que aprendí hasta ahora -a fuerza de escuchar, observar, leer, experimentar y deducir- se perdiera. No es que piense que todas esas cosas son grandes y valiosas verdades, pero me llevaron muchos años (44 hasta ahora) de aprendizaje, con lo cual algo de valor deben tener. Es por eso que decidí comenzar a lanzar todos esos conocimientos al éter, de forma tal le lleguen a todo aquél que pueda beneficiarse de ellos.

En este y en próximos posts iré compartiendo la lista de cosas que considero importantes y de las que estoy bastante seguro.

1. Los humanos somos adolescentes
La vida terrenal es sólo una fase dentro de nuestra vida espiritual. Y esta fase, la de la vida terrenal, se caracteriza por ser el equivalente espiritual a la adolescencia.

Los adolescentes están en una transición; están dejando de ser niños para volverse adultos, y esto les genera un conflicto, por que quieren seguir siendo niños y a la vez demostrar que son lo suficientemente maduros como para que se los considere adultos.

En el equivalente espiritual de la adolescencia, comenzamos a diferenciarnos de nuestros hermanos menores (los animales, a quienes se los puede considerar niños espirituales) por que aprendemos a usar la razón. Y el uso de la razón nos lleva a aprender y a descubrir infinidad de cosas que, en última instancia, nos llevan a un último y traumático descubrimiento: que la razón no puede explicarlo todo, por que hay cosas que le escapan.

Ese descubrimiento nos plantea un conflicto similar al de los adolescentes que indefectiblemente se están volviendo adultos pero quieren seguir siendo niños: como humanos, nuestro crecimiento espiritual avanza, pero nos resistimos a él por que no encaja en nuestros parámetros “razonables”. Nos resistimos a creer en lo que no podemos explicar.

¿Cómo superar esta etapa conflictiva de la adolescencia? Empezando a creer. OK, pero a creer ¿en qué? Qué pregunta...

Creencias
Toda teoría, incluso las teorías matemáticas más férreas, se basan en un conjunto de verdades que se las da por ciertas simplemente “por que sí”. No hay más remedio que aceptarlas, por que no tienen explicación (o sea, no hay forma de demostrarlas) y, sin ellas, toda la estructura de la teoría se desmoronaría.

Esas verdades son los axiomas. También se los podría llamar “creencias”, sólo que para los científicos esa es casi una palabra prohibida, por eso prefieren usar “axiomas”.

Esto de la evolución espiritual también podría considerarse una teoría, en la que se enmarca lo de la fase de la adolescencia espiritual por la que atravesamos los humanos. Y, siendo una teoría, también tiene su conjunto de creencias, las cuales paso a enumerar:

Creencia 1: los humanos somo células. Dicho de otra forma, no somos seres aislados, sino que formamos un tejido, que, junto con otros tejidos, forman un organismo de dimensiones que no alcanzamos a percibir. Como células, nuestra existencia no puede ser aislada. Dependemos de otras células similares (otros humanos) y de otros tejidos (otras razas, otros seres) para existir. Nuestra existencia como células y como tejido no es antagónica con otros seres, sino complementaria. Si intentamos predominar sobre otros tejidos, nos transformamos en un cáncer, el cual, para que no termine destruyendo al organismo en su totalidad, debe ser eliminado de raíz.

Creencia 2: existe un orden universal.

Aquí dejo por ahora, con la promesa de continuar próximamente (espero no dejar mi existencia terrenal antes de concluir esta serie de posts...)

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